Randy Memola

Nota previa: Cuento dedicado al gran Randy Mamola. Si eres fan de las cosas con ruedas y gasolina, adelante. En caso contrario, elige otro.

Randy era un buen tipo. Le gustaba ayudar a los demás y solía estar de buen humor. Por eso le caía bien a casi todo el que llegaba a conocer. Podía decirse que Randy, molaba. Tanto molaba, que se había ganado su apodo: no era solo Randy, le llamaban “Randy Memola”.

Al joven Randy le gustaba escuchar música, salir con sus amigos y, sobre todo, las motos. No se perdía una carrera de Moto GP, y conocía bien todos los equipos, pilotos y circuitos. Pero Randy no tenía moto. Sus padres ni podían ni querían comprarle una.

Randy decidió que trabajaría para ganar dinero y así podría comprarse una moto. Ya puestos, buscó un trabajo donde tuviera que conducir. Randy se hizo repartidor de pizzas. Es un trabajo duro, porque hay que estar de un lado a otro llevando pizzas hasta muy tarde. También tenía que tener cuidado para no caerse, sobre todo cuando llovía. Aun así, a Randy le gustaba su trabajo; conducía una moto.

Una noche, como tantas otras, Randy tenía que entregar un pedido. En esta ocasión tuvo que llevarla hasta la Avenida Assen, número 500. Llamó al portal y le abrieron la puerta. Cuando Randy vio quién la había abierto, quedó petrificado. Ante él estaba Marc Márquez. ¡El mismísimo Marc Márquez! Randy no podía articular palabra. Tras un breve silencio, Marc Márquez dijo:

-Hola. Son las pizzas, ¿verdad?

-Sí, sí, claro. Las pizzas, sí. Y tú, tú eres Marc Márquez, ¿verdad?

-Sí. ¿Me conoces?

-¡Y tanto! Eres el mejor piloto de Moto GP. Lo haces genial.

-¡Ah! Te gustan las motos ¿verdad? Y se ve que sabes conducirlas, porque repartes pizzas. Oye, ¿te gustaría venir mañana a entrenar a Montmeló? Podría dejarte una moto pequeña que ya no uso.

-¿En serio? -Randy no daba crédito a lo que estaba pasando.

-Pues claro. Nos vemos allí mañana.

Al día siguiente, Randy fue hasta el circuito de Montmeló y, allí, él y Márquez entrenaron juntos. Márquez con la Moto GP. Randy en una pequeña moto de 125cc.

-No lo haces nada mal, ¿sabes? -le dijo Márc- ¿Te gusta?

-Es genial -respondió Randy- Claro que me gusta. Muchas gracias.

-¿Sabes qué? Creo que, a partir de ahora, cuando venga a entrenar aquí, te avisaré. Puedo enseñarte algunos trucos… -dijo Marc sonriendo.

Desde entonces, Randy ha aprendido mucho de Marc y ahora sabe ir muy rápido. Pero ¡ojo! Lo de conducir rápido lo hace solo en el circuito. Por las calles, ni de broma.

Ilustración original de GraphicMama-team, usada en los términos de Pixabay

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