Como pies sin cabeza

Villapiés era una ciudad habitada solo por pies, de ahí su nombre. Muchísimas parejas de pies que iban y venían sin cesar de un lado a otro por sus calles. Pero una pareja de pies se cansó de recorrer la ciudad.

-¡Si es que siempre es lo mismo! Hemos dado tantas vueltas por Villapiés que conocemos de memoria todas sus casas, parques y rincones. ¡Vayamos a otros lugares! ¡Hay muchos caminos por recorrer ahí fuera!

La pareja de pies salió de Villapiés. Caminó y caminó hasta toparse con otra ciudad. Curiosos, los pies entraron dentro. Pronto se dieron cuenta de que ese lugar estaba repleto de unos pies muy raros: Tenían también cinco dedos, como ellos, pero los dedos eran largos, muy estirados. No eran pies ¡eran manos!

Muchas manos sintieron curiosidad y comenzaron a charlar con los pies. Cuando todo parecía ir bien y empezaban a hacerse amigos, una gran mano llegó y dijo:

-¡Uf! ¡Qué dedos más feos! ¡Miradlos! ¡Si están llenos de callos! ¡Asquerosos intrusos! ¡Vamos a darles un buen puñetazo!

La cosa se ponía fea y la pareja de pies decidió salir por patas de allí. Corrieron y corrieron hasta llegar a la ciudad de las cabezas. Los pies entraron dentro y al recorrer sus calles, quedando atónitos. ¡Cuántas cosas ingeniosas! ¡Cuántos inventos e ideas brillantes!

Las cabezas no les hacían mucho caso. Algunas parecían sumidas en sus pensamientos  y otras hablaban sin parar ¡bla, bla, bla! Una cabeza, sin embargo, se fijó en los pies y se paró junto a ellos:

-¡No doy crédito a mis ojos! ¿Vosotras de dónde habéis salido? Sois unas cabezas muy, pero que muy, muy raras.

-¿Cabezas? ¡No somos cabezas! Somos pies.

Los pies le contaron a la cabeza sus andanzas, que a la cabeza le parecieron de lo más interesantes. La cabeza les dijo:

-¿Os importa que os acompañe? Quiero vivir aventuras como vosotros.

-Claro, vente ¡Súbete, que te llevamos!

La cabeza se colocó sobre los pies, se pusieron en marcha juntos y recorrieron todas las ciudades existentes. En cada ciudad una nueva parte del cuerpo se les unía y, al final, fueron un cuerpo completo, con todas sus partes ¡una auténtica persona! Viendo que unirse y formar personas era buena idea, muchos otros pies, cabezas y demás partes de cuerpo de todas las ciudades se fueron uniendo entre sí.

Pronto el mundo entero estuvo lleno de personas. Así surgió la humanidad, aunque otros dicen que viene del mono. ¿Del mono? ¡Venga ya! ¡Eso no tiene ni pies ni cabeza!

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