Sol de verano

Una noche de verano
una niña mira la Luna
y ella sonríe imaginando
que en un fabuloso cohete
por el espacio viaja muy alto.
¡Qué bella eres, amiga Luna!
Tu suave luz ¡cómo la amo!

Las manecillas dan muchas vueltas
y la pequeña, ya soñolienta,
se va a la cama, sus ojos cierra.
Ssssshhh. Se ha quedado muy quieta.
Duerme feliz, duerme serena.

Amanece; ya sale el Sol.
-¡Mira hacia aquí! ¡Mírame niña!
Yo doy calor ¡Yo doy la vida!
Y la niña que mira al Sol
lo hace un instante; lo hace muy poco.
El Sol molesta; duele a los ojos.

-¡Nadie me mira como a Luna!
Nadie me quiere y estoy muy solo.
Esto no es justo ¡Yo no enamoro!
¡Me apagaré y no habrá más días!
Sol enfadado. Sol tenebroso.

Un girasol lo escucha todo.
Mira hacia el Sol, como hace siempre.
Grita bien fuerte:
-¡Ey! ¡Sol! ¡Sigue brillando!
Yo sí te miro. ¡Yo sí te amo!

El Sol apunta hacia los campos
y allá en el suelo ve al girasol,
tan amarillo y redondeado.
-¡Es como yo! –se dice el Sol.

Es un flechazo.
¡Se ha enamorado!
El Sol aprieta, resplandeciente.
Brilla feliz, muy sonriente.

Es mediodía de verano.
Hace calor, ¡mucho calor!
Y allá en el campo triunfó el amor
Entre una estrella y un girasol.

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