El examen a bruja

En el reino de Salem siempre hubo brujas. Brujas buenas y malas. Altas y bajas. Gordas y flacas. Feas y guapas.

Pero, poco a poco, el número de brujas se fue reduciendo. Algunas se iban de viaje con su escoba y nunca volvían. Otras acababan convertidas en ranas por sí mismas. Las más ancianas, simplemente, morían de viejas.

Con el tiempo, en todo el reino de Salem solo quedó una bruja. Se llamaba Elly. Tenía solo una verruga, pero muchos años: casi 200 años. Sí, ya sé que ninguna persona puede vivir tanto, pero ten en cuenta que Elly se tomaba pociones que consiguieron alargar su vida. Si quieres probarlas algún día, es fácil: solo tienes que mezclar sangre de lagarto con bilis de rana. Añades un poquito de muérdago y ¡listo para beber! (si te atreves).

Aun así, la vieja Elly chocheaba. Su memoria flaqueaba. Sus conjuros fallaban. Cojeaba mucho, porque se había roto la cadera al caerse de la escoba. Sus días estaban contados y decidió buscar una aprendiz. Hizo carteles y los pegó por todos lados. Los carteles decían:

EXAMEN A BRUJA

Se ofrece: Conocimientos arcanos. Conjuros, nivel avanzado. Maldiciones. Iniciación al vudú. Saberes ocultos.

Las interesadas deberán aprobar un examen.

Fdo.: Elly Kedward. Bruja de Salem”

A los pocos días, se presentó en casa de Elly la primera aspirante.

– Hola, querida. Pasa dentro, pasa. He preparado un sencillo examen que tienes que aprobar. ¡No puedo coger de aprendiz a cualquiera! Lo tienes ahí, sobre la mesa. Yo salgo fuera y volveré dentro de un rato. Entonces veremos si has aprobado. ¡Te lo he puesto facilito! Y se fue.

La aspirante a bruja se acercó a la mesa, cogió el pergamino donde estaba escrito el examen y lo leyó. Constaba de dos preguntas:

“1. En un mal de ojo, causado por un hechizo de mago de nivel 7, elabora la receta de un brebaje para curarlo. Debes usar como ingrediente obligatorio la piel de una cobra.

2. Ordena, de menor a mayor dificultad, los siguientes sortilegios: Aura mágica, corona de locura, esfera flamígera, flecha ácida, fuerza fantasmal, invisibilidad, levitar, rayo abrasador, trepar cual arácnido, bola de fuego, nube apestosa, toque vampírico, tormenta de hielo, contactar con otro plano, inmovilizar monstruo, ligadura telepática y telequinesia”.

La aspirante a bruja no tenía ni idea de todo aquello. No pudo aprobar el examen. Ni ella, ni ninguna de las cien siguientes.  Hasta que una sonriente joven, con un gato entre sus brazos, llamó a la puerta de Elly. ¡Toc! ¡Toc!

– Buenos días. Soy Alicia. Vengo a hacer el examen a bruja.

– Está bien. No te quedes ahí fuera. Entra ¿Tienes conocimientos previos? ¿Sabes algún conjuro, pequeña?

– Bueno… en realidad solo me sé uno. No es mucho, ¿verdad?

La vieja Elly, sin muchas esperanzas, le explicó a Alicia donde estaba el examen y, como siempre, salió de la habitación. Pero esta vez, cuando apenas había pasado un minuto, escuchó gritar a Alicia:

– ¡Terminé!

– ¿Ya? -se sorprendió Elly-. ¡A ver ese examen!

Al coger el pergamino, Elly vio que el examen había cambiado. Ahora solo estaba escrita una pregunta y una respuesta:

Pregunta: ¿Vas a ser tú la próxima Bruja de Salem?

Respuesta: ¡Síííííííi!

– Pero… esto es…. ¡trampa! -se quejó Elly.

– Bueno -dijo Alicia-, es que solo me sé un conjuro: se llama “reescribir examen” y tiene dos ingredientes: un pergamino, y un lápiz.

Parecía que Elly iba a enfadarse, pero, para sorpresa de Alicia, la anciana comenzó a reírse:

– ¡Ja. Ja. Ja! ¿Sabes? No tienes ni idea de brujería, pero eres lista y atrevida. Como yo cuando era joven. Me caes bien. Estás aprobada. ¡Ya eres Aprendiz de Bruja!

Ilustración original de GraphicMama-Team, usada en los términos de Pixabay

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