Jessica trabaja vendiendo entradas en los “Cines King Kong”, en pleno centro de Hong Kong. Vende muchas entradas a toda clase de personas, pero solo una le llama la atención. No es que sea un tipo muy feo, ni muy alto. Tampoco tiene cuatro brazos ¡Qué va! Aparentemente, es un hombre normal. Seguro que, cuando anda por la calle, nadie se fija en él.
Pero tiene algo raro. Algo que, probablemente, solo Jessica sabe: cuando él va al cine, y va muchas veces, le gusta repetir películas. “Parque Jurásico, un paseo por el Retiro” la vio cuatro veces. “El Príncipe Tigre”, seis. El récord lo tiene con “ET, el extorero” ¡nueve veces en nueve días! Y eso no es normal ¿verdad?
Por si fuera poco, al comprar su entrada, siempre la pide igual:
-Por favor, una butaca en la fila 7.
En la fila 7. Siempre en la fila 7… ¿Por qué será? A Jessica la intriga le corroe. Necesita averiguar por qué este singular individuo repite películas, y por qué las ve siempre desde la fila 7. Le pregunta:
-Perdone, señor. Es la tercera vez que va a ver “La tierna historia de Conan” ¿Por qué no elige otra película?
-¡Ah! ¿Ya la he visto? Si tú lo dices, será verdad, pero yo no me acuerdo.
-¿Que no se acuerda? ¡Pero si la vio ayer! -exclama Jessica, ojiplática.
-No se lo discuto, pero no podría decirle ni lo que he comido hoy ¡Mi memoria es pésima!
-¡Qué pena! -le responde Jessica-. Ya lo siento.
-¿Sentirlo? ¿Por qué? ¡Es fantástico! Gracias a que no la recuerdo, hoy veré esa película como si fuera la primera vez. Es una suerte ¿verdad?
-Visto así… ¡Una cosa más! Siempre compra la entrada para la fila 7. ¿Por qué esa fila? ¿Por qué no en otra?
-¡Oh! ¡Por supuesto! Siempre tengo que verlas desde la fila 7. Tiene que ser esa, claro está. Pero… no puedo decirte por qué. No es que no quiera; ¡es que no me acuerdo!
Ilustración original de Jim Gade, usada en los términos de Pixabay